En ocasiones los títulos de estilos se prestan a confusión y determinan errores dificiles de erradicar. Es el caso del tesoro de San Isidoro de León, que aunque ha llegado muy menguado a nosotros, en su origen representó un conjunto de obras artísticas de gran calidad y belleza. Fue donado por el rey Fernando I y doña Sancha a San Isidoro en 1063, es decir, cuando se hallaba en plena vigencia la liturgia hispánica, vinculada con la tradición.
El arte no debe de adscribirse al estilo románico, que en los reinos hispánicos se relaciona fundamentalmente con las obras posteriores a 1080, año del Concilio de Burgos, que impuso el uso de la liturgia romana. El tesoro de Oviedo, como la propia monarquía asturiana, remite a la antigua monarquía visigoda. El reino visigodo de Toledo fue un referente continuo en los proyectos, artísticos y políticos, emanados de la corte ovetense. La pervivencia de tipos iconográficos, como la cruz griega de brazos patados, en las más variadas artes, así como la continuidad de determinadas ofrendas no es otra cosa que una manifestación de respeto a la tradición más que un interés por introducir nuevas modas. La costumbre de donar coronas votivas del tipo de las del tesoro de Guarrazar pervive durante el reinado de Fernando I.
Igualmente ha de entenderse como pervivencia el encargo de un Beato por parte del mismo monarca, que constituye la manifestación más genuina de la liturgia monástica hispánica. El arte románico se refleja en algunas obras posteriores, particularmente relevantes, como el Arca Santa, en la catedral de Oviedo.
Colección: Textos
Proyecto: 10. Iglesias y religiones en Europa.
Cronología: -
Ámbito: Educación Secundaria
Enlace: http://www.man.es/man/dam/jcr:a9fb6c3d-d6bc-4885-bfe2-da58292a72f4/man-bol-2009-2010-franco-mata.pdf
Tipo de recurso: pdf
Formato: Textos
Propietario: Arqueological National Museum of Spain (MAN) (Modernalia)
Resumen: En ocasiones los títulos de estilos se prestan a confusión y determinan errores dificiles de erradicar. Es el caso del tesoro de San Isidoro de León, que aunque ha llegado muy menguado a nosotros, en su origen representó un conjunto de obras artísticas de gran calidad y belleza. Fue donado por el rey Fernando I y doña Sancha a San Isidoro en 1063, es decir, cuando se hallaba en plena vigencia la liturgia hispánica, vinculada con la tradición. El arte no debe de adscribirse al estilo románico, que en los reinos hispánicos se relaciona fundamentalmente con las obras posteriores a 1080, año del Concilio de Burgos, que impuso el uso de la liturgia romana. El tesoro de Oviedo, como la propia monarquía asturiana, remite a la antigua monarquía visigoda. El reino visigodo de Toledo fue un referente continuo en los proyectos, artísticos y políticos, emanados de la corte ovetense. La pervivencia de tipos iconográficos, como la cruz griega de brazos patados, en las más variadas artes, así como la continuidad de determinadas ofrendas no es otra cosa que una manifestación de respeto a la tradición más que un interés por introducir nuevas modas. La costumbre de donar coronas votivas del tipo de las del tesoro de Guarrazar pervive durante el reinado de Fernando I. Igualmente ha de entenderse como pervivencia el encargo de un Beato por parte del mismo monarca, que constituye la manifestación más genuina de la liturgia monástica hispánica. El arte románico se refleja en algunas obras posteriores, particularmente relevantes, como el Arca Santa, en la catedral de Oviedo.
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