La década de 1790 supusieron para la reciente creación de la república de Estados Unidos un impulso comercial prolongado durante los primeros años del siglo XIX que contribuirá al desarrollo de la nueva nación. La independencia propició el fin de las políticas de exclusividad y la apertura de los puertos coloniales, particularmente españoles y franceses. Al contrario de lo que pudiera pensarse, los intercambios que las Trece Colonias mantuvieron con los puertos de la península ibérica no se paralizaron; puertos como el de Filadelfia intensificaron su tráfico con Cádiz y Lisboa. Las navegaciones, especialmente a Cádiz y a través del estrecho de Gibraltar, no estaban exentas de riesgos. La concentración del tráfico marítimo en los puertos de Filadelfia, Salem y Marblehead queda reflejada en el presente cuadro, tanto para las embarcaciones que salen de los puertos estadounidenses como las que llegan. Las discrepancias entre el número de salidas y de entradas delatan la inclinación de los capitales americanos a visitar diferentes puertos en sus travesías de manera que los barcos que salieron de Salem con destino a cualquier puertos español regresaron desde otros puertos europeos. La distribución del tráfico fue bastante homogénea: entre 17880–1800 la mayoría de los barcos estadounidenses se dirigieron a Cádiz y Bilbao (49.7%), aunque con sustanciales diferencias en cuanto a la procedencia de embarcaciones. A Cádiz llegaron sobre todo desde Filadelfia y en menor medida desde Nueva Inglaterra, mientras que a Bilbao navegaron con más frecuencia los barcos de esta última zona. Tenerife recibió especialmente a los buques americanos que llegaban desde Filadelfia, y La Coruña los que procedían de Nueva Inglaterra. La vinculación comercial entre áreas concretas está determinada, sin duda, por la demanda y la oferta de mercancías. La relación de Cádiz con Filadelfia y, probablemente con Baltimore y Charleston, deviene de la necesidad de abastecimiento de cereales y harinas, tanto para el entorno como para la distribución posterior. En Tenerife, la actividad comercial de los barcos estadounidenses que transportaron las harinas a la isla, parte de la mercancía era reexportada a Cuba. No obstante, en el cuadro aparecen 50 barcos que no declararon un puerto concreto de destino, consignando solo la voluntad de viajar a España. La mayoría de estos salieron de Filadelfia en 1790 (38 de ellos). Otro hecho para tener en cuenta es el escaso interés por parte de los capitanes americanos por los viajes hacia los puertos mediterráneos españoles, lo cual pudo generar cierto descontento por parte del gobierno americano cuando desde 1786 se posicionó por el control del corso marroquí.
Colección: Estadísticas
Proyecto: 2. Impacto social y económico de las revoluciones tecnológicas en Europa., 9. Viajes y viajeros: conexiones económicas, sociales y culturales.
Cronología: XVIII, XIX
Ámbito: Educación Secundaria, Bachillerato, Universidad
Enlace: https://revistas.usal.es/index.php/Studia_Historica/article/view/shhmo2020421165193/22500
Tipo de recurso: Estadística
Formato: Tabla
Fuente: Carrasco González, Guadalupe, «Vino, sal y pasas por harina pescado y duelas: el tráfico marítimo comercial estadounidense con España a finales del siglo XVIII (1780–1800). Una primera aproximación, Studia Historica, Historia Moderna, 42, 1 (2020), pp. 165–193.
Idioma: Castellano
Fecha: 2021
Propietario: Álvaro Romero González (Modernalia)
Copyright: © Guadalupe González Carrasco © Revista Studia Historica, Historia Moderna
Resumen: Movimientos de navios entre España y Estados Unidos a finales del siglo XVIII
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