Habitualmente asociamos los monasterios a la Edad Media. Monjes, monjas, frailes o canónigos jugaron un papel fundamental a lo largo de este milenio, tanto en la vida religiosa o cultural como en la económica. Hubo diferentes formas del monacato, tanto masculino como femenino, desde la diversidad de la Alta Edad Media al establecimiento de las órdenes religiosas.Los monasterios fueron un elemento articulador de la sociedad, de la aristocracia al campesinado. El deseo de alcanzar la perfección de la vida cristiana chocó con la adaptación a la sociedad, en una tensión que se plasmó en escándalos y reformas. La relación con los laicos, entre la protección y el abuso; la actitud ante la enseñanza y la cultura escrita; las distintas formas de organizar la vida de la comunidad monástica; la oración intercesora por vivos y difuntos; o las tensiones con obispos y clérigos seculares, fueron marcando su devenir.